
Tengo la sensación de algo que se escapa entre los dedos, de algo que se intenta coger pero se escurre, de algo que se resiste a ser atrapado.
Y yo no quiero el universo, ni la luna, ni siquiera una estrella. Yo sólo quiero que me permitas ser parte, no algo ajeno.
Y yo no quiero el universo, ni la luna, ni siquiera una estrella. Yo sólo quiero que me permitas ser parte, no algo ajeno.
Quiero poder decirte como escribo en esta hoja en blanco todo lo que se me pase por la cabeza, quiero que entiendas lo que digo, pero sobre todo por qué lo digo. Que sé que no es fácil, que yo conozco mis límites y mis pivotes mejor que nadie, que sé que no es sencillo seguir y comprender mis entusiasmos y mis desesperaciones y mantenerse de pie. Pero al menos inténtalo. Que no note este vacío que me aplaca y que no me deja levantarme. Que no tenga esta sensación de inseguridad tibia que sabe a herida recién abierta. Esa que te coge por sorpresa y que por unos segundos no sabes cómo atender.
Decían…"no quiero que me bajes la luna…me conformaría con que te sentaras conmigo a observarla un rato…”. Y hoy me hago dueña de esa frase. No te vayas. No te escapes. Déjame enseñarte quién soy, cómo soy, cómo siento. Si eso ocurre ya sé lo que pasará, pero sin esa oportunidad…
Hacerte el amor se me queda corto. Besarte con todas mis fuerzas no me alcanza para expresar lo que llevo dentro y me explota. Me quema. Me destruye.
Déjame hablar…déjame hablar con la tranquilidad de saber que compartes lo que digo…con la tranquilidad del que sabe que quieren escucharle, del que sabe que importa lo que dice.