No imagino cómo serán tus manos sobre mi piel, pero quiero saberlo. No imagino cómo me mirarás cuando esté a punto de explotar, pero quiero saberlo.Tiendo a buscar en las grietas de las baldosas respuestas profundas a las preguntas estúpidas que mi mente se hace, y claro, ese nunca fue un buen sitio para buscar nada. Por eso siempre encuentro la misma mierda.
A partir de ahora intentaré no hacerlo más, intentaré que no me duelan las malditas ausencias y disfrutaré más de cada gota de agua en la ventana, de cada paso hacia delante, de cada tú en otro.
Me gusta imaginarte sonriente, lleno de vida, llenándote de fantasías imposibles que yo haré realidad. Me gusta coger una mochila y salir a caminar. Me gusta que de repente se ponga a llover. Me gusta llegar empapada y tener un mensaje en el móvil, me gusta que me recuerdes, que me eches en falta.
A veces la gente tiende a pensar que si no cuentas cada pelo y señal de tu vida no eres alguien de fiar, escondes cosas oscuras que te hacen más psicópata que a ellos: señores, todos tenemos un punto de locos, todos tenemos cosas que callar, y todos tenemos el derecho a intentar parecer enigmáticos. La diferencia es que a unos les viene de serie, y otros se pasan la vida intentando serlo. Quizá te centres en intentar llamar la atención con algo que no te pertenece, cambia de acera. O libera(te). Intenta seguir tu camino, escucha lo que te dice tu interior, no la opinión pública. Bah! Ésa en el fondo siempre miente, sólo te dice lo que los demás quieren oír. No vale para nada.
Por eso te quiero en mi cama. Aquí. Ahora. Y me da exactamente igual lo que piense quien sea al respecto, no te diré que quiero ir al cine o a tomar una caña. Estúpida manera de disfrazar mis intenciones. Quiero unas horas de tu presencia y me muero por hundir mis dedos en tu pelo. Es lo que hay.
Después ya veremos si tomamos una cerveza, o no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario